La realidad para las empresas en México
En el entorno empresarial de México, realidad es que es común que las expectativas de vida de muchos negocios sea corta: solo dos de cada 10 empresas supera los cinco años de vida.
Los planes para muchas empresas se suelen ver detenidos por obstáculos ocultos que se relacionan con aspectos de la organización que las hacen volverse poco efectivas y frenan sus estrategias de negocios. Estos son algunos de los más comunes:
Obstáculos para tu estrategia de negocios
Lista de prioridades poco claras
Definir una serie de objetivos y metas en un negocio es intuitivo: crecer en X tiempo, lograr X% aumento de ventas, ser líder en su segmento, llegar a nuevos mercados o reforzar la relación con ciertos clientes son, quizá, algunos de los propósitos más comunes de cualquier plan de negocio.
Pero entender cuáles son los objetivos secundarios que lo permitan y definir un plan que incluya prioridades específicas para lograrlo es un proceso diferente y mucho más complejo.
¿Qué debes evitar?
No ser transparente con tus objetivos principales y secundarios con tus líderes y todos los equipos dentro de tu empresa.
Aplazar la definición de los pasos y el desarrollo de todo el proceso o delegarlo de manera aislada a cada equipo.
No analizar qué recursos tienes disponibles, no entender qué problemas pueden entrar en conflicto con tu plan y qué otras preocupaciones o pendientes existen en tu empresa.
Presionar a tu personal con metas difíciles de lograr y sobrecargar a tus equipos al no permitirles discernir entre las prioridades.
Mal liderazgo, coordinación y comunicación
Para llevar a cabo cualquier estrategia de negocios es necesario que cada miembro del equipo cumpla un rol con responsabilidades específicas. Pero si tu cadena de liderazgo es poco clara, no existen las facilidades para coordinar tareas, no hay armonía entre los trabajadores y la comunicación es nula es poco probable que tus equipo logren resultados.
El estilo de liderazgo y las formas de comunicarse pueden ser muy diferentes de acuerdo con la dinámica de cada equipo y jefe en una sola empresa.
¿Qué debes evitar?
Reuniones, comunicaciones o cualquier interacción “por debajo de la mesa”. No tomes decisiones con miembros clave ausentes o sin considerar la opinión de los involucrados (puedes desmotivar a tu equipo o elegir la alternativa incorrecta al no tener toda la información necesaria para una toma de decisión).
Los extremos: conflictos poco constructivos o, incluso, evitar afrontar los problemas.
Promover, consciente o inconscientemente, una “competencia” poco sana al presionar al equipo a lograr metas “a como dé lugar” o comparar el desempeño de tus equipos y trabajadores.
Ser un líder ausente y poco accesible que vea a su empresa como una estructura vertical en la que “solo los jefes le reportan” ignorando la visión de todo tu equipo.
Cerrar espacios o foros para que exista una comunicación ágil en tu organización: esas reuniones de catch-up y de estatus ayudan a mantener una cultura de transparencia y de trabajo en equipo, lo que trae confianza y dinamismo a tu empresa.
Poca previsión y planeación financiera
Crecer no solo es “vender más”. Para que una empresa tenga un crecimiento sostenible y real es necesario que invierta en aspectos clave para soportar su operación. Es decir que una empresa con ganancias puede fallar en su estrategia de negocios e, incluso, volverse insolvente o ir a la quiebra.
Uno de los pecados financieros más graves de muchas PyMEs mexicanas es no tener visibilidad del estado real de sus finanzas, lo que los lleva a no tener una idea clara de lo que necesitan para que su estrategia de negocios y crecimiento funcionen.
¿Qué debes evitar?
Ignorar indicadores financieros que te ofrezcan una perspectiva amplia del verdadero estado de una empresa y no tomar decisiones o planear con base en dichas cifras.
No reinvertir una parte de las ganancias obtenidas para llevar a cabo tus planes y hacerte más competitivo.
Cerrarse por completo al financiamiento. Considera que existen alternativas que te ayuden a mejorar tus flujos de efectivo e inyectar capital de trabajo sin comprometer colateral ni implicar deuda.
Al contrario del punto anterior, adquirir deuda de manera desinformada o impulsiva y sobreapalancarte, poniéndote en riesgo de no poder cumplir con todos tus compromisos inmediatos.
